L´Ou Dur fue fundado por Marià Roig en 1978 en el numero 14 de la calle Margarit del barrio del Poble Sec de Barcelona. Era un local al cual hoy en día podríamos catalogar como de ambiente alternativo.
El local era frecuentado por una joven clientela de lo más hippie y progre que en plena transición se explayaba a su rollo sin molestar a nadie. Abrió sus puertas hacia finales de 1978 y tuvo una corta vida. Permaneció abierto poco más de dos años. En el local podías disfrutar de música en directo dando oportunidades a grupos jóvenes del barrio y alrededores, y también del encanto underground tan en boga a finales de los setenta. Sus paredes estaban cubiertas con hueveras de cartón pintadas de negro, este material era el que solíamos utilizar en nuestros locales de ensayo para amortiguar la reverberación y disfrutar de un mejor sonido cuando tocábamos, en nuestras habitaciones nunca faltaban hueveras pegadas en techo y paredes.
Como suele suceder en estos barrios de calles estrechas y edificios llenos de viviendas familiares los vecinos empezaron a quejarse y las policía comenzó a hacer acto de presencia cada dos por tres espantando a su clientela habitual. Entre los vecinos, la policía y algún que otro quinqui que armaba follón no les quedó otra que la de bajar la persiana. El cierre se produjo en los primeros meses de 1981.
El mensaje de despedida fue repartido a sus clientes y amigos a modo de octavilla escrita a mano y fotocopiada. En el texto agradecían el apoyo de quienes habían colaborado en poner en marcha y sacar adelante el local, pero también tenían unas palabras para quienes habían dificultado su existencia y su continuidad.
Recuerdo haber ido a Lóu Dur con mis amigos de la calle, estaba muy cerca de donde vivíamos, apenas a unos cien metros. Nosotros éramos mucho más jóvenes que su clientela habitual. En 1978 teníamos trece años, pero nunca nos pusieron pegas para entrar en el local, eso sí íbamos por la tarde cuando no estaban los mayores, nos sentábamos en la sala de dentro donde disfrutábamos de la música de Pink Floyd mientras veíamos las diapositivas que proyectaban en la pared. Era una especie de viaje místico para nosotros, teniendo en cuenta que ni bebíamos ni fumábamos porros todo aquello era un gran logro. Curioso que nunca nos llamasen la atención por no consumir nada, supongo que les haríamos gracia al ser tan pequeños y preferían que escucharemos buena música en vez de estar delinquiendo por la calle.
Tiempo más tarde el mismo local lo regentó un señor conocido como el Farina, sospechoso el apodo. Recuerdo que su hija estaba de muy buen ver y que la clientela ya nada tenía que ver con la de L´Ou Dur. Cambiaron hippies por quiquis y en nuestro santuario místico instalaron una mesa de billar donde pasábamos las tardes lo mejor de cada casa bebiendo cervezas, fumando y jugando al billar.
Los setenta ya habían pasado a la historia, ya estábamos en los ochenta y el ambiente era heavy y quinqui. Con los ochenta llegó el caballo y se engancharon muchos chicos del barrio. Los porros y Pink Floyd ya no despertaban ningún interés a nadie. 
Cuando abrió L´Ou Dur apenas teníamos trece años, cuando cerró ya teníamos dieciséis recién cumplidos y ya íbamos a conciertos. El más memorable de aquel 1981 fue el de Motorhead, y nos marcó sobremanera, por aquel entonces ya lucíamos largas melenas y calzábamos chupa de cuero.
Ya éramos mayores.

NOTA DE DESPEDIDA DE L´OU DUR REPARTIDA DÍAS ANTES DE CERRAR SUS PUERTA PARA SIEMPRE